En consonancia con el Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba, se sostiene la convicción que la educación debe ser un derecho universal y un bien público que garantiza la equidad y la inclusión, respondiendo a las demandas de una sociedad diversa y en constante transformación tecnológica y social. Tal como se afirma en el Plan de Desarrollo Educativo Provincial 2024-2027 (con proyección 2033) —: “las dinámicas contrapuestas de progresos y transformaciones, desigualdades y exclusiones que atraviesan nuestra contemporaneidad, tensionan el derecho universal a la educación y en particular a la premisa de que todos/as pueden aprender” (Córdoba. ME, 2024, p. 22). Es por ello que, fundamentado en marcos teóricos y normativos, se posiciona a la alfabetización múltiple y a la innovación educativa como estrategias indispensables para superar desigualdades estructurales y promover el desarrollo integral de todas las personas.
La alfabetización se concibe como un derecho humano fundamental, entendida no solo como la adquisición de habilidades técnicas para leer y escribir, sino como la incorporación de los sujetos como miembros plenos de la cultura escrita, capaces de habitarla, ejercerla y disfrutarla. Esta perspectiva trasciende la mera decodificación para plantear un proceso de comprensión y transformación del mundo a través del lenguaje escrito.
“Los procesos de alfabetización son procesos de construcción de sentido, no meramente de adquisición de habilidades mecánicas.” (p. 289)Ferreiro, E.2007
La alfabetización como proceso transversal que atraviesa todas las áreas del currículo y niveles educativo ; reconoce que la integralidad amplía las oportunidades de aprendizaje y facilita el acceso a recursos de calidad para todos/as los/as estudiantes. Este enfoque responde a la necesidad de formar ciudadanos/as críticos/as y activos/as, capaces de desenvolverse en contextos sociales y digitales complejos, donde la alfabetización no se limita a la lectura y escritura tradicionales, sino que incluye múltiples alfabetizaciones -como la digital, matemática y comunicacional- esenciales para la participación plena en la sociedad contemporánea.
Asimismo, la transversalidad de la alfabetización permite que esta se incorpore en todas las disciplinas y niveles, promoviendo un aprendizaje continuo y contextualizado que fortalece la permanencia y el progreso educativo, especialmente de aquellos estudiantes en situación de vulnerabilidad o con barreras de acceso. Esta perspectiva está alineada con el “Compromiso Alfabetizador Córdoba”, que articula acciones inclusivas y sostenidas en el tiempo, involucrando no solo a las escuelas sino también a familias, organizaciones sociales y otros actores comunitarios, con el fin de construir una educación más transformadora.
La innovación tecnológica es clave para disponer de una escuela más equitativa, creativa y pertinente, que responda a los desafíos del siglo XXI mediante la integración de tecnologías, la formación docente situada y el desarrollo de proyectos que potencien aprendizajes significativos y sostenibles. La enseñanza debe estar orientada a promover prácticas disruptivas y al uso de tecnologías digitales y computacionales, tales como programación, robótica y alfabetización digital, con el objetivo de mejorar los aprendizajes para todos/as los/as estudiantes y garantizar la institucionalidad de las iniciativas. Además, la innovación tecnológica también es transversal, incorporando saberes de ciencias de la computación y promoviendo un enfoque STEAM ampliado que articula ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemática con un enfoque en sostenibilidad y agenda global. Melina Masnatta (2024) describe la transformación del arte de enseñar en tiempos sintéticos como un proceso que exige repensar profundamente la enseñanza y el aprendizaje en un contexto donde, la inteligencia artificial y la tecnología, aceleran y modifican las formas tradicionales de acceso al conocimiento. Implementar iniciativas innovadoras adaptadas al contexto local, es un desafío para que docentes comprometidos, promuevan la articulación de conocimientos y la participación activa de los/as estudiantes.
El ámbito educativo posee un gran potencial para ser un espacio que fomente el desarrollo integral y holístico de las personas. Día a día, genera herramientas y brinda oportunidades que fomentan el buen trato, la convivencia democrática, la salud, el trabajo colaborativo, así como acciones orientadas al cuidado personal y mutuo, el reconocimiento y el respeto tanto hacia cada estudiante como hacia los demás miembros de la comunidad educativa. No obstante, es importante reconocer que con cierta frecuencia las instituciones educativas enfrentan situaciones imprevistas que generan malestar y afectan la vida cotidiana y el clima institucional. En este contexto, se considera prioritario promover el bienestar de todas las personas que forman parte de las instituciones educativas; desde esta perspectiva, una política de bienestar educativo contempla concebir la organización escolar como un ecosistema vivo y dinámico, en constante interacción con su entorno, lo que dota a la gestión escolar de sentido, contexto y capacidad de evolución. De este modo, el bienestar educativo se posiciona como una dimensión esencial que debe integrarse en la agenda institucional y permear la rutina de la escuela, consolidándola como un espacio que facilita el desarrollo pleno de todas las personas que la conforman.
Es por ello que la educación inclusiva constituye un principio ético y pedagógico central que orienta la política educativa provincial. Las políticas de inclusión se fundamentan en ambientes escolares que reconocen y valoran la diversidad, impulsando la equidad y la justicia educativa. De este modo, las prácticas y estructuras se adaptan a las particularidades de cada comunidad, respetando sus contextos locales, culturales y las distintas formas de organización escolar. Fomentar una educación genuinamente inclusiva y transformadora asegura, en última instancia, el derecho al aprendizaje.
Abordar la escuela desde el paradigma de la inclusión implica cuestionar las estructuras sociales para que integren a toda la ciudadanía, respetando la diversidad y valorando las diferencias, es decir, promoviendo una sociedad libre de exclusiones en sus procesos culturales. En este sentido, la escuela se concibe como un espacio de derechos que garantiza el acceso, la participación y el logro educativo de todos/as los/as estudiantes, reconociendo y valorando sus características y capacidades singulares -cognitivas, socioculturales, socioeconómicas, entre otras-; y la cultura inclusiva se manifiesta en una escuela que acoge (Skliar (2017) ) mediante prácticas contextualizadas, congruentes con los principios de las políticas públicas, por que
“Un niño incluido en la escuela con alguna discapacidad o alguna problemática no está verdaderamente incluido si no tiene amigos, si no hay convivencia. Entonces puede tener una adaptación curricular, le puede estar yendo bien porque está aprendiendo, pero si sale al recreo y no tiene con quién compartir, algo está fallando en este sentido” p.45” Rocha (2022)
La construcción de un sistema inclusivo, equitativo y de calidad se logra mediante la formación inicial y continua de los y las docentes, mediante la incorporación de tecnologías educativas, el fortalecimiento de los procesos de aprendizaje a través de programas de apoyo y acompañamiento, y el estrechamiento de vínculos con las familias y comunidades territoriales.
Por último, pensar la escuela requiere contar con equipos directivos comprometidos con su transformación, y su capacitación tiene un impacto decisivo en este proceso. Un liderazgo pedagógico fortalecido, reconocido como el segundo factor más influyente en el aprendizaje de los estudiantes, después del trabajo docente en el aula, permite definir estrategias claras, mejorar el clima escolar, motivar a docentes y estudiantes, y gestionar recursos de manera efectiva, lo que se traduce en trayectorias escolares consolidades. Además, la formación continua desarrolla en ellos habilidades para fomentar la colaboración, el desarrollo profesional docente y la gestión estratégica del personal, aspectos fundamentales para generar cambios sostenibles en las prácticas escolares y elevar la calidad educativa
“La distinción entre un buen director de escuela y los efectos del liderazgo educativo es que el primero es eficiente dentro de lo posible y el segundo crea nuevos posibles, explorando diferentes alternativas frente a los mismos retos.” (Blejmar, citado en Abregú & Podestá, 2005, p. 59).